24.8.06

Mañanas de luna llena


Las noches de luna están más que mitificadas: tienen canciones, poemas, dedicatorias interminables y hasta testimonios intrascendentes.
Pero las mañanas… las mañanas de luna llena me hablan de cuando se descubre el mundo de las palabras y “luna” es una de las primeras que se aprende a pronunciar. Decir luna, por las mañanas, me recuerda las enseñanzas en chiquito, en pequeñas proporciones, que se esparcen a cuentagotas al caminar. Me hablan de cuando te enseñé a distinguir esa esfera luminosa entre el cielo oscuro, que a veces se hace acompañar de estrellas. Y de cuando tú me enseñaste a mí a no subestimarte, porque hay mañanas que también tienen luna y de reconocerla sí que sabes.

22.8.06

La manada

Hoy la manada me trajo al trabajo. Salí de casa, tomé el Metro y, en uno de esos días en que me veo invadida por el siempre teórico “nada me importa”, subí al tren diciéndome a mí misma que no había razón para tener tanta prisa.

Pero al bajar para hacer trasbordo a otro tren la manada me arropó. Me contagié con su histeria, sus nervios, sus ganas de subir la escalera eléctrica casi corriendo y mientras oía el típico “Atención señores viajeros, Metro de Madrid informa…”, simplemente me dejé llevar.

19.8.06

Adaptación libre

Por primera se ha descubierto la existencia de dos seres errantes sin progenitora que vagan libremente, informan los científicos.
El hallazgo consiste en la primera pareja libre, unida por una fuerza, que se ha descubierto hasta ahora. Ambos están separados por una corta distancia, incluso aunque nunca hasta ahora dos seres de esta naturaleza hubieran estado unidos. Según los científicos, “su existencia es una sorpresa. Su origen y futuro, un misterio”.


http://www.elmundo.es/elmundo/2006/08/04/ciencia/1154685651.html

17.8.06

El color del cristal


Para qué llorar...si siempre nos quedará reir.

13.8.06

El legado

“Sé feliz toda la vida, no trabajes más de lo necesario, ni reduzcas el tiempo dedicado al placer. No pierdas tiempo en cuidados diarios de más del necesario en casa y cuando llegue la riqueza, sigue a tu corazón: la abundancia no sienta bien si estás triste”.

Mensaje que dejaban los muertos a los vivos en el Antiguo Egipto

7.8.06

La del minuto y medio


Nunca olvido la primera vez que escuché Burbujas de amor. Tenía 6 ó 7 años y creo que ya en ese momento mi aprecio por la música de Juan Luis Guerra alcanzaba límites insospechados.
De este lado del Atlántico me he encontrado desde seguidores incansables de él hasta unos cuántos que no han oído más que la Bilirrubina y aún pretenden juzgar su trayectoria. Me limito a respetar la opinión de estos últimos. Pero aclaro: la gracia de JL no es sólo ser un gran músico, arreglista y COMPOSITOR (en mayúsculas y negritas), sino también haber logrado retratar lo mejor de una cultura a través de sus creaciones. Y agrego: no sólo de merengue vive Juan Luis.
Ya sé que como en otros aspectos los habrá mejores, iguales o peores. También que muchos consideran que él se ha perdido tras su cambio religioso. Sin embargo, tengo mis dudas y lo sigo viendo como caso especial. Sólo Juan Luis fue capaz de escribir El costo de la vida cuando fue necesario. Sólo Juan Luis contó su historia de amor “prohibido” y de los contrastes de clases sociales en Me enamoro de ella (la de la canción es hoy su esposa). Sólo Juan Luis fue capaz de decir tranquilamente que "las palmas son más altas y los puercos comen de ellas", de hacerme interrumpir lo que esté haciendo cada vez que escucho un tema específico suyo que me “roba todos los chelitos” (y no, no diré cuál es) y sólo él escribió una canción en el disco No es lo mismo ni es igual, en la que un minuto y medio es suficiente para entrelazar una confesión digna de escucharse…

4.8.06

Morir de amor


El día en que ella murió, la vida perdió todo sentido para él. Habían pasado más de treinta años juntos, cruzado juntos allende los mares y emprendido una nueva vida. Y ese día, desconsolado, lloraba a lágrima tendida en el patio, sentado en una silla y rodeado de cuatro o cinco personas que no encontraban forma de consolarle.
Hubo un solo momento en que, entre lágrimas y gemidos, logró hablar. Fue cuando su nieta, de unos tres años, se acercó caminando tan rápido como le permitían sus piernitas. Al ver llorar a su “abuelito” de esa forma, empezó a preguntar una y otra vez que dónde estaba su “abuelita”. Él apenas podía contestar. Sin detener el llanto desconsolado, repitió entonces una y otra vez “ay, abuelita”, “ay, abuelita”.
Unos años después, él también murió. Había sobrevivido concentrándose en el trabajo y en la familia, pero la casa se había llenado de ausencia y a veces la tristeza era insoportable. Hizo sus elecciones, y parecería que en algún momento dejó de luchar. Sin ella, la vida nunca más sería igual.

**Ojalá las historias como ésta no tuvieran puntos negros. Ojalá sea cierto que no todo termina con la muerte. Ojalá que la muerte no alcanzara en soledad, como a Don Emilio, de 72 años, encontrado en su residencia de Madrid, cinco meses después de fallecer en la cama.

3.8.06

No me voy


Dedicado a las amigas que no se marchan nunca
Lo decía la canción, y juro que para mí ha llegado a ser un himno. Cuando las extraño, escucho la letra y recuerdo que las cosas no se van fácilmente. Ustedes saben cuál es, aquella que la futura señora (a partir del sábado) nos envió por mail el día en que nos dimos cuenta que cinco vidas tomaban rumbos distintos, sobre todo geográficos. Y lo hablamos, dijimos que era una evolución y creo que todavía lo mantenemos. Fue una conclusión a la que llegamos con tanta lógica como sentimiento.
Ustedes saben quiénes son. Saben también que aunque estemos en Santiago, Santo Domingo, New York, Boston, México D. F., Madrid o Nebraska, hay un lazo que acorta la distancia: es del cariño y de los recuerdos compartidos.
No cambiaría las decisiones que he tomado últimamente y soy consciente de ello. Todas lo saben. Aún así, sigue siendo difícil perderse los momentos importantes. Es muy difícil, de hecho. Algunos, como las bodas y los cumpleaños, son especialmente trascendentes a unos cuantos miles de kilómetros de distancia. Sólo quería decir que en espíritu, ahí estaré.

2.8.06

Divagando


Hoy puede ser un día especial. O no serlo. Las palabras me evaden mientras intento escribir en la sala. No sé si es el calor, o la falta de concentración, o que ya me hace efecto la sustancia que embrutece al comer plátano (según los siempre curiosos científicos), o que ya se acercan las fechas que quiero olvidar precisamente porque no estaré. La cuestión es que se me han acabado las historias: las que he escrito no se parecen a lo que soy ahora (en este preciso instante del día dos de agosto) y las que redacto en este momento simplemente no me gustan.
Así que sigo aquí, con el calor, y pienso en el día. En que hoy hace diez meses que llegué con tres maletas y diez trasnoches para intentar descubrir esta ciudad. Pienso en todo lo que ha pasado desde entonces, la gente que he conocido, lo que he dejado atrás, las cosas que he aprendido.
Y pienso, pienso muchas cosas. A veces hasta pienso más de lo que debería. Creo que me voy a dormir. Aunque, para variar, corro el riesgo de que algunos pensamientos se cuelen sin permiso hasta en mis sueños…